Estrategias urbanísticas: El Neomedievalismo en Barcelona y Carcassonne

Este apogeo del desarrollo urbano deriva en procesos de modernización y monumentalización que se prolongarán hasta finales del siglo XIX y principios del XX y que tendrán como principal objetivo mejorar el rango de la ciudad con estrategias de reforma urbana y de promoción de una nueva imagen; a posteriori veremos que las grandes ciudades irán compitiendo sucesivamente por su prestigio internacional jugando su mejor baza como ‘capital cultural’ o, como bien dice el Dr. Javier Monclús: “imanes de atracción de capitales”3.

Como ejemplos de dicho proceso se encuentran Francia –Carcassonne, en la zona Sur de Francia, a 80 kilómetros al este de Toulouse, o París–, Inglaterra –con las famosas ‘casas de campo góticas’–, Argentina –concretamente Buenos Aires, que será llamada a partir de estas reformas ‘el París del Sur’– y España –Barcelona–.

Barcelona inicia también estas estrategias urbanísticas para “reforzar su prestigio tanto a nivel nacional como internacional”4, reflejando la importancia de su aspiración al futuro papel en la Macrorregión del suroeste de Europa. Su punto de referencia e influencia se encontraba principalmente en París, la capital cultural por excelencia que albergaba numerosas exposiciones universales; el objetivo, pues, de la reforma arquitectónica era reconvertir y promocionar la imagen urbana de una Barcelona cosmopolita, moderna, que se vinculase a una “nueva sensibilidad hacía la conservación y la promoción de la ciudad histórica”5; de esta manera, se revalorizan los testimonios del pasado romano y medieval de la ciudad, dando importancia a la idea de ‘museo al aire libre’. Se recogen en un tejido urbano homogéneo, –destacando un entorno gótico alrededor de la Catedral–, una gran concentración de monumentos que tenían la función de ensalzar el glorioso pasado medieval de la ciudad.

EL CASO FRANCÉS: CARCASSONNE

A partir de la Revolución Francesa se pusieron en juego una serie de cambios en la mentalidad de la población. Como se ha comentado con anterioridad, la idea de una legitimación de la nacionalidad y la estimulación para acoger turismo marcó la inauguración de un proyecto moderno para París, y varias ciudades de Francia. El nacionalismo quiso demostrar que el concepto de nación se forja en el pasado y que permanece y precede a la propia historia. Tras este cambio de mentalidad surgido a consecuencia de la Revolución, la artificialidad adquirió un elevado reconocimiento. La idea de la nación francesa era revelar los orígenes de las instituciones fundadas por la burguesía para presentarlas como historia propia. Dicho origen, marcado por el desarrollo de las ciudades y el comercio, está fechado entre los siglos X y XV, englobando de este modo la Edad Media. En el contexto de 1790, surge en Francia el concepto de «monumento histórico» con la idea de devenir “toda aquella antigüedad capaz de fijar, ilustrar o precisar la historia nacional”1. Desde la Comisión de Monumentos Históricos, creada por Guizot en 1837, se propuso la restauración de todos los edificios que durante el período de la Revolución habían sido destruidos, y que en esos momentos eran considerados como monumentos históricos, concretamente edificios medievales de estilo gótico.

Manteniendo la idea del espíritu romántico de la época, añorado del pasado medieval, llevará a cabo la necesidad de restauración de fortificaciones, como la hallada en Carcassonne. En ocasiones, lo que se inicia como una simple restauración de patrimonio medieval, deviene la moda de nuevos castillos, con la justificación de aprovechar restos anteriores como proyectos de nueva planta.

Carcassonne está situada al sudeste de Francia en la zona de Languedoc-Rousillon. Fue considerada uno de los mejores ejemplos de arquitectura medieval francesa, aunque no fuera

construida de forma unánime durante ese período. Se conoce que las partes más antiguas de la muralla fechan de la época del Imperio Romano, mientras que los muros más modernos se construyeron entre el siglo VI y XIII. La ciudad pasó por distintas manos: en el siglo IX se asentó una primera sociedad franca, hasta que fue asaltada en 1209 durante la cruzada contra la herejía albigense; posteriormente Carcassonne fue conquistada por los anglonormandos, cuyos habitantes fueron masacrados por orden de Simón de Monfort, principal protagonista de la cruzada albigense. Años más tarde, entre 1228 y 1239 se construyó un segundo recinto de murallas delante del primitivo visigodo, levantando puertas fuertemente protegidas, entre las que se encuentran la de Narbonense, la del Bourg y la de San Nazario. En 1247 pasó a manos del Rey de Francia Luis IX, restaurándose la iglesia de San Nazario en estilo gótico. Durante los siglos XVII y XVIII, los estamentos administrativos y religiosos de la ciudad se trasladaron desde la plaza alta fortificada al arrabal conocido como la Ciudad Baja, quedando el recinto antiguo en un segundo plano fuera del desarrollo urbano y comercial de la nueva Carcassonne.

En tiempos de la Revolución Francesa y durante la primera mitad del siglo XIX, se produjo un abandono y deterioro de los edificios que comprendían la fortificación. En ese período la fortificación se usaba como arsenal y cuartel; el espacio estaba tan infravalorado que se incitó al derribo de edificios con el objetivo de adquirir material de construcción. A partir de la segunda mitad de siglo en adelante, prosperó la idea de la conservación del patrimonio arquitectónico y cultural a partir de las aportaciones de personajes tales como Valiadier, Viollet-le-Duc, Ruskin, Boito o Giovanni. Algunas actuaciones como las de derrumbamiento de edificios fueron denunciadas, así que en 1820 el Ejército se puso al mando de la villa. Prosper Merimée, encargado de los monumentos de Francia, incitó a despertar el interés por la ciudad fortificada. El primer edificio en ser restaurado fue la iglesia de San Nazario de Carcassonne, inspeccionada por Viollet-le-Duc el año 1844. Lo que en un principio debía ser una consolidación del templo resultó finalmente una restauración casi completa, con todo tipo de añadiduras neogóticas. Al mismo tiempo, y con el consentimiento de Merimée, Viollet-le-Duc inicia la restauración de las murallas, encargándose primero de la restauración de la Puerta Narbonense. Viollet se muestra contundente en la decisión de que la ciudad dejara de depender del Ejército como Plaza de Armas, así como la necesidad de eliminar todos los añadidos ajenos a la muralla. Se aprovecha todo lo que está en buen estado reconstruyendo de nuevo y mejorando lo destruido, mediante proyectos detallados de restitución medievalista minuciosa:

La coronación de los muros, con almenados perfectos, nuevas puertas y huecos de cantería labrada, con el remate de las cubiertas cónicas de pizarra, transforman una ciudad amurallada austera (…) en un pintoresco complejo de elementos castillistas de romántica imagen lejana y cercano aspecto de artificial obra nueva.1

Para muchos historiadores, la restauración de la fortificación de Carcassonne fue excesiva, fiel al significado de la palabra restauración para Viollet-le-Duc, entendida como un modo de revivir un pasado glorioso. De hecho, en el periódico International Herald Tribune se dedicó un artículo parodiando a la fortificación con el título de “Better than Disney: Carcassonne, the fortress on a hill”. En dicho artículo se pone en paralelo el atractivo de los grandes parques temáticos del ocio post moderno con uno de los lugares ejemplares de la restauración y conservación de monumentos históricos. Lo que sucede en Carcassonne es el efecto de museificación descrito por Jean-Louis Deotte, considerado un “fenómeno estético común de desaparición de los objetos que, aparentemente reales, se inscriben en un recinto imaginario del que dispone la cultura moderna”2. En los parques temáticos, del mismo modo que en Carcassonne, lo que se ofrece al espectador es simulación de lugares históricos, personajes o monumentos; de este modo, la relación entre realidad y ficción se vuelve inequívocamente circular.Asimismo, como reflexiona J. Ramón Soraluce, se le debe reconocer a Viollet el mérito de recuperar el patrimonio para el disfrute de los sentidos; parecido al discurso que se expone en el Documento de Nara sobre la autenticidad de 1994, redactado en el marco del congreso internacional auspiciado por UNESCO e ICOMOS, en el que se especifica que “la contribución esencial de la consideración de la autenticidad en la práctica de la conservación es aclarar e iluminar la memoria colectiva de la humanidad”3.

J. Ramón Soraluce Blond, Historia de la arquitectura restaurada. Del Renacimiento al Movimiento Moderno, Universidad de Coruña: Servizio de Publicacións, 2010, p. 260.

Ignasi de Solà-Morales, Patrimonio arquitectónico o Parque temático, p. 5.

Pere Roca Fabregat, Estructuras y Patrimonio cultural. Análisis, conservación y restauración, nº 92, 2011, Universidad Politécnica de Cataluña, p. 21.

Agustín Cócola Grant. “El Barrio Gótico de Barcelona. De símbolo nacional a parque temático”, Revista electrónica de geografía y ciencias sociales, Vol. XV, núm. 371, (agosto de 2011), Universidad de Barcelona, p. 5.

Francisco Javier Monclús. Estrategias urbanísticas en Barcelona: del «París del sur» a «capital del mediterráneo occidental». Polis. Revista de la facultad de arquitectura, diseño y urbanismo», Junio 2000.

Un cuento para niños

Tres compañeras están llevando adelante un proyecto muy interesante de un cuento infantil que presenta a los niños los mitos y leyendas de los Pirineos. Marta Benazet, Elsa Julià y Mireia Fernández nos plantean un libro divertido, finamente ilustrado, dónde Gaia, nuestra joven protagonista, recorre los Pirineos acompañada de Arix. Juntos se encuentran a muchos personajes míticos y lugares simbólicos clave, aprenden y crecen. ¡Esperamos que no tarde mucho en llegar a las estanterías de las librerías!

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Workshop International Toulouse

Los pasados días 20 y 21 de febrero asistimos a un workshop internacional sobre Turismo transfronterizo y culturas dentro de la Euroregión Pirineos-Mediterráneo. Esta actividad se desarrolló en las ciudades francesas de Toulouse, Foix y Albi. En el marco de este workshop se presentaron diversos proyectos que incentibaban el turismo entre Cataluña y la zona del Midi-Pérynées en Francia. Por su parte, los estudiantes de turismo franceses ofrecieron información acerca de las infraestructuras turísiticas ya existentes que se podrían explotar para fomentar vías turísticas. Por nuestro lado, los estudiantes de Humanidades de la Pompeu Fabra ofrecimos alternativas culturales para estas rutas. Se presentaron varios proyectos y todos muy interesantes, algunos de los cuales se podrán ver a continuación en las siguientes entradas de nuestro blog. Su contenido puede ayudarnos a entender mejor el propósito de esta página web, que es la de entender mejor la cultura occitana y cómo se relaciona con la cultura catalana, y viceversa.

Cartel del workshop

Origenes de la lírica catalano-occitana: los Trovadores y las Trobairitz

TROVADORES

La tradición poética catalana esta indiscutiblemente ligada a la occitana, una lengua común que viene incentivada desde los tiempos de los trovadores. La poesía ha sido una de las manifestaciones más puras que ha atado las dos culturas catalanas y occitanas. Este legado ha sido llevado hasta la actualidad ya que son muchos de los poetas catalanes que hablan de la Arcadia perdida, un lugar regido por las costumbres y por la lengua de los trovadores, proclamando Occitania como cuna de la identidad catalana. Por ejemplo el famoso poema de Carles Aribau «La oda a la Pàtria» podemos identificar que habla de su lengua madre el «llemosí». O también J.V. Foix donde en su juventud participó en movimientos occitanistas, el poema llamado «Sé un poble lluny de Provença» donde expresa el deseo de huir a la tierra hermana.

Pero para llegar a la actualidad nos hemos de remontar al pasado, y este pasado, que es el primer período lírico de la cultura catalana, será el occitano hasta llegado el siglo XV. La sociedad donde nacen los trovadores es en una sociedad burguesa, reflejo de un modelo jerárquico surgido del feudalismo en el sur de Francia a finales del s. XI hasta el s. XIII. Las características principales de esta sociedad eran la mejora agraria tanto en el cultivo como con la producción, control de epidemias de hambre, alta demografía, grandes vías de comunicación y de núcleos urbanos, riquezas y el surgimiento del estamento burgués , beneficiario de la bonanza económica.

Dentro de este contexto aparece la estética y la moral que regía la poesía, la cual su mentalidad era muy diferente a la de la actualidad y de ahí nace la poesía trovadoresca. La Largueza (desprendimiento) y la gap (fanfarria) son dos rasgos distintivos y cualitativos de los trovadores  cuando recitaban su discurso. La obra de los trovadores no iba dirigida a un público cualquiera, sino a los nobles, su producto era exquisito con una gran técnica compositiva tan literaria como musical que se alejaba de la canción popular. Los que la recitaban no se les juzgaba por su condición social sino por lo que ofrecían como poetas aunque mayoritariamente eran hombres y mujeres nobles también había juglares, comerciantes, frailes…

No hay muchos testigos de cómo era el amor y la manera de expresarlo en el s. XI, pero hay que hablar de una figura muy importante que dio un cambio dentro de la literatura. Este es el conde de Barcelona, Ramón Berenguer I y la «pasión» que vivió con quien fue su amada y finalmente esposa, Almodis de la Marca. Esta unión provocó un alboroto el condado barcelonés, donde Ramón Berenguer I había roto una serie de normas inamovibles: la unión se había hecho sin el visto bueno de la familia, la unión había sido por amor no para unir territorios con los vecinos y había ultrajado el sacramento del matrimonio. Siguiendo este referente los trovadores buscaban una domna, es decir, una mujer ya casada, no una doncella joven frágil e inocente sino una mujer experimentada en el amor, en la vida en la corte y en la política como es el caso de Almodis de la Marca que asumió las responsabilidades políticas del condado. La seducción irá más ligada a la inteligencia y el poder que a la belleza física.

Treinta años más tarde de esta historia romántica el marido de una nieta de Almodis, Guilhem X de Aquitania escribió las primeras composiciones que se conservan de los trovadores. En la obra de Guilhem X de Aquitania podemos encontrar las palabras que fueron utilizados en la poesía trovadoresca que conforman la fin’amor:

Companho farai un ver qu’er covinen,
et aura·i mais de foudatz no·i a de sen.
Et er totz mesclatz d’amor e de joi e de joven.
(I,5 v. 1-3)
Companys, faré un vers que serà escaient
hi haurà més follia que no pas seny,
i tot ben barrejat d’amor de jou i de joventut.

El foudatz , es un valor muy propio de la lírica occitana , donde el caballero debe mostrarse inferior hacia la dama , con una cierta desestabilización emocional y sensual, fruto de la pasión y del amor que siente por la dama . Por otro lado , el sen es otra característica del trovador que es un artesano del verso y del sonido , para crear una obra perfecta. Aunque la locura y la cordura parecen estar en contradicción son dos rasgos indispensable y que deben ir juntos . Otro término importante es el joi, que como saudade portugués no tiene traducción , es una estado anímico es un goce sensual o más concretamente erótico , como también espiritual . El tema principal por supuesto es el amor , lo que provoca este impulso de cantar , de manifestar los sentimientos Jordi Cerdà lo describe como :

“Un joc de miralls, a l’objecte amorós més cobejat només hi pot aspirar el subjecte més capacitat: el trobador que sàpiga expressar l’amor amb més destresa”.

Guilhem de Peiteu no tuvo muy buenas relaciones con la iglesia: su poesía se alejaba de los mandatos que la ortodoxia requería . Hasta entonces el clero  estaba formado por hombres cultos , quienes componían versos en latín, la única lengua culta . Es así que Guilhem de Peiteu, les hizo la competencia ya que era un caballero culto , se dedicó a la literatura y a la música e hizo lo que hacían los miembros de la iglesia: cantar, y en su caso a la mujer amada, y además con una lengua que no fue el latín sino en occitano. La mentalidad de los trovadores fue transgresora e innovadora. Hay que destacar el caballero Guilhem de Peteu para dar a la luz al occitano como lengua de prestigio en sus poesías, la introdujo dentro de la vida culta de la corte, e hizo que éstos la respetaran y la adoptaran.


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Amorós, Joan, El somni d’occitània, Fundació Jaume I,1996

TROBAIRITZ

Com hem vist anteriorment, quan parlem dels trobadors, músics i poetes medievals, arquetípicament homes, cortesans, nobles i sovint guerrers no es fa gairebé mai referència a les dones que, en la cultura provençal desenvoluparen aquest art, les denominades trobairitz. Aquestes poetesses van tenir el seu propi espai on actuar i expressar-se, explicitant la seva diferencia, posant de manifest el seu propi eros, sense necessitat d’homologar-se els homes, participant en aquest llarg i radiant moment de la història cultural d’Europa.

Les trobadores varen desenvolupar el seu art en un període de temps que podríem concretar entre s. XII i XIII. Els seus orígens geogràfics els podem fixar a l’àmbit de la Occitània medieval, a la regió de França limitada al sud del Pirineus i el Mediterrani, al est pels Alps i el Ródan, a l’oest per l’Atlàntic i el nord per el Loire. En aquest país florí la cultura trobadoresca parlada amb llengua d’Oc. A més de desenvolupar-se a França i Catalunya hi ha mostres d’aquest art a la Itàlia septentrional i Grècia. Tibors de Saremon és la primera de la que es té referencia (probablement neix a Provença l’any 1130) i Germunda de Montpellier, que és pot considerar la última, va compondre el seu sirventès entre 1227 i 1229. Evidentment al estar separades per un tant llarg període de temps les característiques de les seves composició són totalment diferents.

A la història oficial de la Edat Mitjana sembla que les dones han desaparegut dels àmbits de la cultura i la política, imposant-se l’imatge de que “el medievo fue una época masculina y a que a las mujeres sólo se las puede localizar filtrados por las palabras o las expresiones de los hombres”1. Marirì Martinengo en el llibre “Las Trovadoras: poetisas del amor cortés” pretén alliberar-les d’aquest silenci que les envolta, fent especial menció al cas Italià, afirmant que les referències històriques han estat cancel·lades i s’ha fet interpretacions reduccionistes i equivocades. Indica que “leer sus poesías y reconstruir sus vidas le da a pensar que el intento de negar incluso su existencia, se debe a la voluntad de acallar voces que expresan la diferencia de ser mujer, de ser hombre, y que dan cuenta de la existencia y reconocimiento, en esa época de la autoridad femenina”2.

Les trobairitz es separen de la lírica dels trobadors, ja que aquests veuen l’amor més com un factor que espiritualitza el desig i fan aparèixer sovint l’element idealista “que hará posible el paso a la definitiva espiritualización de lo femenino en la figura de María”1, en canvi, a la poesia de les trobairitz destaca la capacitat de expressar el desig femení “sin sublimarlo pero también sin reducirlo a exceso informe”2, en formes literàries més directes i més sensuals. Les trobadores eren ben enseignada (cultes) i sabien ben trobar (sabien compondre amb talent música i poesia).

Marie -Thérèse Giraud escriu que és molt difícil saber en certesa quines característiques havia de posseir una dona per considerar-a culta a l’època perquè hi ha molt poca informació i fins i tot no tenint confirmació amb exactitud de les dates corresponents (s. XII i XIII) però per la descripció de l’autor francès Robert de Blois1 en parlar d’una amant podem fer-nos una idea de les qualitats que s’esperaven de les dames:

Llevaba y hacía volar halcón y azor,
sabía jugar bien al ajedrez y a las damas,
leer cuentos y contarlos,
cantar canciones. Todo lo que una señora bien educada
debía saber, ella lo sabía y no le faltaba nada.

La poesia de l’època expressa un valors que foren redactats en el Tractat Filosòfic De Amore de Andrés el Capellan (s. XIII), qui estableix regles per les relacions del homes amb les dames, aconsellant els comportaments mes adequats en funció de l’estat social de l’estimada. Evidentment aquests valors avui es podrien considerar misògins.

es trobairitz foren poetesses de l’amor cortès: l’amor era molt important a les seves vides, per tant l’idealitzaven i veneraven. S’escenificava sovint als castells feudals de l’època i quasi sempre composaven elles la poesia i la cantaven o, al tractar-se d’aristòcrates, era possible que ho fessin joglars en el seu nom. La civilització en que pertanyen, occitana, es pot considerar relacional1, a les corts es practicava la política, i el nobles estaven compromesos amb l’amor i la llengua, que era el que sustentava les relacions humanes i socials, eren un territori molt diferent al de les gestes històriques i valentes que ens presenta l’èpica medieval del moment: la Cançó de Roldán (s.XI) o el Cantar del mio Cid (probablement s. XII).

Les trobadores alimentaren la cultura de l’època, influenciaren en la relacions dona-home, dona-dona que van contribuir a reglamentar, a civilitzar. La Senyora (la dompna cantada per els trobadors i la seva protectora) centra la vida cortesana, dirigeix les corts sense necesitat de lleis ni reglaments, la seva paraula te suficient pes per arreglar problemes. Encara més: algunes dones exerciren autoritat en el camp de la política i el cultural com es el cas excepcional de Leonor de Aquitania (s. XII) que fou reina de França i d’Anglaterra. A més, aquestes propugnaren que l’amor i les relacions interpersonals es convertissin en el nus central, en la qüestió fonamental de la existència tant en la vida com en l’art; l’amor és “ lo que dicta y regula el comportamiento, es decir, funda la ética”1.

Com hem comentat quasi tota la totalitat les trobadores formaven part de l’aristocràcia, com son Alamanda de Castelnau, Azalais de Porcairagues, María de Ventadorn, Tibors, Castelloza, Garsenda de Proença, Gormonda de Monpeslier o la Comtessa de Dia. Algunes foren protectores de trobadors i encarnaren l’ideal de la dompna (Tobors, Maria Ventadorn i Grasenda) altres van ser estimades i van estar enamorades de trobadors com la Condesa de Día i Azalais de Porcairagues de Rimbaud de Orange.

Podem concloure que a la Provença dels s. XII i s. XIII existia una societat femenina rellevant, entenent aquest concepte com una societat en que es respecta el paper de les dones. Aquestes dames es poden considerar força avançades per al seu temps, amb les corresponents limitacions, perquè fins i tot avui en dia a la nostra cultura s’ha interioritzat què el paper de la dona en quan al festeig ha de ser passiu, l’home ha de assumir la iniciativa, l’estrès de la seducció. Tot i no ser reconegudes i no tenir la ressonància històrica dels trobadors, per falta de fonts bibliogràfiques i limitacions socials masclistes podem pensar que han marcat un paper significatiu a la història de la poesia, i que formen part d’una cultura literària refinada en la que la literatura medieval posterior va trobar un model i una font d’inspiració, fins al desenvolupament del dolce stil nuovo de Dante i la sublimació de la Laura de Petrarca.

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 Centre d’Investigació Històrica de la Dona, Duoda, Universitat Barcelona, 2010.
 Martinengo, Marirì, Las trovadoras, poetisas del amor cortés, Horas y horas, Madrid, 1997.
 Rivera, María- Milagros, La diferencia sexual en la historia, Publicaciones Universidad de Valencia, 2005.

Actualidad: puntos de unión e desunión del espacio occitano-catalán

Actualmente, por las carencias de información que tenemos, no podemos llegar a ser conscientes acerca de los lazos comunes tanto ancestrales como culturales entre el espacio occitano-catalán, que se encuentran más unidos que separados. Esta historia que crea un denominador común entre estas dos sociedades, es desconocida desde ambos lados de los Pirineos:

 “Per la major part dels occitans i catalans del nord, privats com han estat de la seva memòria històrica i de la seva identitat col·lectiva del pensament uniformador del jacobinisme francès, i també desconeguda per bona part de catalans del Principat, el País Valencià i les Illes Balears, massa ocupats en els afers hispànics per para l’atenció necessària en els reptes europeus” (…).

Ambos espacios pertenecen cada uno tanto al Estado Francés como al Estado Español, los cuales se encuentran bajo un organismo común: la Unión Europea. Esto quiere decir que el espacio occitano-catalán queda en muchos aspectos reducidos y no tenidos en cuenta. Los Países Catalanes, a su vez, se ha ido forjando una nueva identidad a partir de su pasado occitano.

Por otro lado, la lengua occitana ha sido marginada durante varios años por el poco reconocimiento legal por parte del Estado Francés (ley Deixonne). No fue hasta 2010 que el Parlamento catalán aprobó la Ley del occitano, aranés en Arán, lo que convertiría en Cataluña en el único territorio de la UE con tres idiomas oficiales coexistentes. Aunque hoy en día hay muchas características que los unan; culturales, económicos y sociales aún queda mucho camino por recorrer, aunque también existan algunas diferencias entre ellos:

Puntos de unión

  • Los orígenes , la estirpe y la consolidación inicial
  • Los vínculos históricos
  • La cultura y la lengua
  • El estilo de vida
  • Un espíritu emprendedor ligado el trabajo
  • Un espíritu asociativo y cooperativo
  • Una economía ligada a la agricultura especializada , industria diversificada , ligada al país , gran número de empresas pequeñas y mediante un servicios eficaces y un turismo atractivo .
  • Una posición estratégica dentro del Arco Latino y el del Unión Europea .

Puntos de disgregación o dificultades

  • La falta de conocimiento de nuestra historia y nuestro orígenes
  • La falta de maestría en el propios destinos
  • Los siglos de sistemática persecución de nuestra cultura y de las leguas occitana y catalana .
  • Los siglos de respectiva vinculación a los marcos gálico e hispánico
  • La desconfianza me nuestra propia capacidad de creación de un espacio común
  • Las bajas tasas de natalidad que generan una población envejecida y con menos empeine , que demuestran una cierta falta de generosidad y de fe en el futuro.

Extraído de:

Amorós, Joan, El somni d’occitània, Fundació Jaume I,1996.

Fernández-Cuadrenc, Jordi, Càtars i Trobadors: Occutàna i ctalunya naixença i futur, Museu d’Història de Catalunya, 2003.

Más información acerca de las diferencias occitano-catalanas

Acerca de este aspecto se ha encontrado un fragmento que nos puede servir de aproximación acerca de las diferencias entre el occitano y el catalán:

En l’estructura de les parles limítrofes s’han trobat els elements que més proven la diferència idiomàtica catalano-occitana. La fonètica té unes lleis que s’adapten amb èxit sobre el terreny que ara ens interessa. Resumint-ho molt, veuríem com a la part nord hi compareix la ü palatalitzada, descendent de la u llatina i idèntica a la ü francesa, i al sud no (madür vs. madur); al nord es donen tot d’inflexions diftongades, absents més cap al sud (uèlh vs.ull, fait vs. fet); en occità es conserva el boldró au, i en català es monoftonga (causa vs. cosa);en el primer cas es manté una essa intervocàlica, i en el segon cau (rasó vs. raó); a Narbona la dfinal llatina no s’articula u, mentre que a Perpinyà sí ( vs. peu); passa semblantment amb les finals en tz, que en català vocalitzen (potz vs. pou); en occità ni l ni n geminades llatines no palatalitzen (bèla vs. bella, cana vs. canya), com tampoc no ho fa la l inicial (luna vs. lluna); al nord s’hi manté el grup mb i nd, i al sud es redueix (camba vs. cama, alentar vs. alenar); i finalment, si ens hi fixéssim, veuríem com, Corberes més enllà, els grups llatins gu i qu no fan sonar la semivocal, cosa que sí passa Corberes ençà (catre vs. quatre).1

1.Extraído de: Rafanell, August, La il.lusió Occitana, la llengua dels catalans, entre Espanya i França, Volum I, 2006, Quaderns Crema, Barcelona.

Occitanismos

¿OCCITANISMOS EN EL CATALÁN ACTUAL?

Los “occitanismos” presentes en el catalán actual son, en su mayoría, léxicos. Es decir, no quedan rastros fonéticos o morfológicos, exceptuando la estructura de algún mote como pairal y muchos con el sufijo –aire. El hecho de la concordancia léxica es debido al largo período de unión política y cultural entre Cataluña y Occitania. Además de su obvia situación vecina.

Entre los términos consideradas bajo influencia occitana, u occitanismos, se dan grupos diferenciados que engloban el contexto histórico-social en el que fueron acuñados. De ese modo podemos observar que hay términos de carácter religioso: cancell, canonge, capiscol, capellà, monjo, etc. Pero también términos relacionados con el mundo trovadoresco: balada, ballar, flauta, rima, trovar, viola… Por otro lado, encontramos términos en relación a la vida feudal y caballeresca: ambaixada, batalla, cabasset, missatge, homenatge… Y por último, muchos de ellos relacionados con el comercio con Occitania: randa, tatxa, corretatge, cascavell, cordill

Cabe mencionar que también se dan analogías con el rosellonés, dado su zona de contacto con el dominio lingüístico occitano. Véase araire “arada”, let “lleig”, pastre “pastor”, canilla “eruga”, corbàs “corb”,  lluset “llampec”, etc.

Pero lo cierto es que hay puntos diferenciales importantes entre el catalán y el occitano. Estas diferencias son en mayoría de carácter fonético, afectando al vocalismo. Por ejemplo, el occitano tiene tres fenómenos de más cerramiento vocálico que el catalán: o [u], u [ü], a átona [o]. Por otro lado, el occitano conserva tres aberturas que el catalán ha modificado; diptongo au, diptongación de e y o delante de iod, y el diptongo ai.

Otro ejemplo de disonancia es que el occitano pierde la w, mientras que el catalán la conserva.  Pero el occitano conserva la –tz final en los grupos MB, ND, y el catalán lo modifica en –u y m, n respectivamente. 

Extraído de Nationalia I, Dret i minories nacionals, relacions lingüístiques occitano-catalanes, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 1977.

Las relaciones lingüísticas catalano-occitanas ¿existen realmente las fronteras?

En numerosas ocasiones se ha tendido a generalizar acerca de las influencias y de las similitudes lingüísticas que existen entre el catalán y la lengua autóctona del tercio-sur de Francia, es decir, el occitano. Para empezar, haremos una distinción entre estas dos lenguas, que, aunque compartan ciertas rasgos lingüísticas e históricos comunes, a cada una de ellas les corresponde un pasado, un presente y un futuro diferenciado.

Geográficamente son lenguas vecinas: de un lado del Pirineo tenemos el catalán, utilizado a partir de unos pocos quilómetros de Perpiñán hasta otros pocos quilómetros al sur de Alicante, y de unos quilómetros de Lleida hasta la ciudad sarda del Alguer, en Italia. Si cruzamos el Pirineo y llegamos al otro lado, encontraremos la lengua que denominamos occitano, que se habla desde el sur de Narbona hasta las cuencas de París , y desde el norte de Burdeos hasta los Alpes.

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El límite geográfico delimita dos lenguas que presentan un mapa más o menos delimitado, y que por lo tanto cada una de ellas se diferencian las unas de las otras. El límite territorial entre el catalán y el occitano ha estado discutido en numerosas ocasiones: el altiplano de las Corberes podría haber sido el lugar de separación más discutido para referirse a la frontera entre el catalán y el occitano, aunque cuando se trata de dos lenguas vecinas, a veces delimitar fronteras tan marcadas entre ambas suele ser un tanto difícil. Uno podría quedarse con la idea de que sí que existe una separación territorial, sea cual sea, porque se han podido constatar diferencias entre ambas lenguas.

Los estudiosos que han tratado de determinar el volumen de diferenciación que existe entre la frontera catalano-occitana, aseguran que los distintivos entre la una y la otra son realmente evidenciables. Sin embargo, esta constatación no anula la idea de que en el fondo, existe una idea de continuidad entre las lenguas catalanas y occitanas, sobretodo por lo que al léxico se refiere. Esto constata la idea antes mencionada sobre la relatividad de las fronteras: las similitudes lexicológicas a veces sí sobrepasan la frontera de les Corberes, pero se quedan a las puertas de la Aragón castellanoparlante.

Extraído de: Rafanell, August, La il.lusió Occitana, la llengua dels catalans, entre Espanya i França, Volum I, 2006, Quaderns Crema, Barcelona.

Cómo y cuándo se dio la ruptura entre Occitania y la Corona Catalanoaragonesa

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Durante los siglos XI y XIV, Occitania tenía el poder repartido en numerosos feudos, lo que suponía un poder político fragmentario y la ausencia de una fuerza central autóctona capaz de hacer frente a otros poderes locales y regionales. Las jerarquías eclesiásticas, que no la nobleza, tenían el poder económico, político e ideológico, lo que explica el soporte de las clases nobles a movimientos como el catarismo.

Tanto la Corona catalanoaragonesa como Francia vieron en este país feudalizado un territorio con límites imprecisos sin poder administrativo, por lo tanto, ambas monarquías reivindicaron sus derechos sobre él. Lo cierto es que Occitania era una tierra fértil y poblada, pero para la corte parisina seguía siendo una región ultraperiférica con un valor estratégico escaso, separada por una barrera lingüística y cultural de la Francia septentrional.

En contraposición a los Capetos, la Casa de Barcelona, debido a su proximidad idiomática y cultural, desarrolló un imperialismo “blando” sobre estos territorios cristianos mediante la compra de fidelidades entre la nobleza local y la unión en matrimonio con herederos de la alta nobleza occitana. La guerra fue necesaria contra aquellos que no aceptasen la hegemonía catalana, como fue el caso de la familia condal de Tolosa. Tanto la compra de fidelidades, las alianzas matrimoniales y la guerra cuando ésta se consideró “necesaria”, fueron financiadas, en parte, por los botines que provenían del Al-Ándalus [colonización armada de los distritos arrancados a Al-Ándalus, dentro de una expansión territorial ibérica a manos de condes y condes-reyes. Aunque estos nunca dejaron de lado el territorio ultrapirenaico].

Los soberanos catalanoaragoneses, culturalmente cercanos, respetaron las estructuras administrativas y las jerarquías políticas establecidas previamente a su llegada, además de los privilegios y libertades tradicionales. Además, su entrenamiento militar en la reconquista ibérica suponía para sus vasallos ultrapirenaicos sinónimo de estabilidad frente a la agresividad feudal interna o la estatal externa. Pero, cabe decir, que los catalanoaragoneses, aprovechando la las extinciones del linaje local, fueron catalanizando las corte. Aunque esto no significó grandes migraciones del sur al norte de los Pirineos ni migraciones masivas de campo a ciudad. Entonces: ¿Qué sucedió?

La difusión cátara considerada hereje en el siglo XII en Languedoc alarmaba a la Iglesia. La Santa Sede se encontró con la falta de entusiasmo por parte de la nobleza occitana para combatir tal herejía. En vistas del fracaso, La Santa Sede, a manos de Inocencio III, buscó un aliado militar externo: Francia. Lo que sin duda no era compatible con los intereses catalanoaragoneses.

El 15 de enero de 1208 Pere Castelnau, legado pontífice, fue asesinado en Languedoc. Lo que hacía resolver el problema cátaro por la vía pacífica, difícil. Para Inocencio III el asesinato de su representante en tierras occitanas necesitaba de una respuesta contundente. De este modo, el 10 de Marzo, apenas dos meses después, lanzó una cruzada contra el condado de Tolosa. La primera fase de la cruzada se dirigió hacia los territorios de Carcassone [territorio dominado por la nobleza occitana: Ramon Roger de Trencavel, vizconde] y de Béziers, en vasallaje, éste último, con el conde de Barcelona.

Tras el asesinato del vizconde de Carcassone,  Trencavel, estalla en Occitania un alzamiento general. Ante tal panorama un sector de la nobleza occitana pide la protección de Pere I el Católico, el que consigue llegar a un acuerdo con Simón de Montfort [conde de Leicester, que había participado en la cruzada de la Santa Sede].

En enero del año 1213, Pere el Católico se traslada a Tolosa, donde recibirá juramento de fidelidad y vasallaje del conde Ramon VI, entre otros. Cabe mencionar que Pere I era leal a Inocencio III, así que al jurar los occitanos vasallaje al primero, también lo estaban haciendo a la Santa Sede.

A raíz de los Juramentos de Tolosa, Pere el Católico se convierte en soberano de las tierras situadas entre Gascuña, Provenza y el Macizo Central francés.  Pero el incremento del protagonismo de catalanes y aragoneses no fue aceptado por los cruzados. Ante tal situación, Pere I decidió apoyar a sus vasallos, a los que había jurado protección, dejando de lado la obediencia a la Santa Sede a la que hasta la fecha había sido fiel. Los cruzados tuvieron lo que esperaban: los catalanoaragoneses apoyaban a los “herejes” y por ello, podían ser legítimamente atacados en defensa de la ortodoxia, por los ejércitos de la cristiandad. Ello llevó a la conocida batalla de Muret, donde catalanes, aragoneses y occitanos fueron derrotados por los cruzados, y murió, además, Pere I.

Pero la derrota, no significó el fin de la guerra. Había toda una resistencia pasiva por parte de la sociedad occitana, la que tras el conflicto, quedó empobrecida y sin autonomía política. Se tenían que enfrentar a una clase dirigente nueva, compuesta por aristócratas extranjeros y el episcopado. Ante tal situación, sin Pere I, la nobleza y el patriciado occitano decidieron cerrar filas alrededor de la casa condal de Tolosa, resistiendo. De este modo, en el año 1216 y después de tres años de resistencia, los occitanos consiguieron la iniciativa militar. Ramón el Joven se adueñó de la plaza de Beaucarie [en los límites del bajo Languedoc y Provenza], mientras que su padre, Ramón VI, recuperaba el control sobre Tolosa y retomaba contactos con la Corona Catalanoaragonesa. Ante tal situación, los forasteros decidieron centrar sus fuerzas en la defensa de Tolosa, dado que tenían dos frentes, sólo pudieron reunir sus fuerzas en uno. La batalla entre occitanos y extranjeros duró diez meses, y en ella, cabe mencionar, murió Simón de Montfort, de origen inglés, y que había colaborado anteriormente en la batalla de Muret. Su hijo, Aumary de Montfort, heredó un principado en Languedoc que se estaba hundiendo, y tras unos años de resistencia ante la nobleza local, transfirió todos los derechos feudales  en el año 1224 a Luís VIII de Francia, desapareciendo del escenario occitano.

En el año 1226, la Monarquía Capeta, aprovechándose del desorden interno de la región, incrementó su presencia en el territorio occitano. Como no podía ser de otra manera, el Pontificado, receloso por lo ocurrido años antes, apoyó la iniciativa de Luís VIII, bajo el pretexto de erradicar la herejía en Languedoc. Recordemos que anteriormente Pere el Católico había “fallado” a la Iglesia, por ello, ahora, respaldaban Francia para que defendiese la Cristiandad. El apoyo de Roma a Francia supuso del declive de la Casa de Barcelona en el panorama Occitano, que tuvo que renunciar a la presencia política y económica.

Mientas que Jaume I conquistaba los reinos de Mallorca y Valencia, Luís IX situaba frente al condado de Tolosa a un miembro de su linaje y, al mismo tiempo, estrechaba lazos diplomáticos con Provenza.  También, inició la construcción del complejo portuario de Aguas Muertas, en el delta de Roine [principal acceso marítimo al Bajo Languedoc].

Francia tenía un importante poderío militar, además del soporte ideológico de la Santa Sede, y ante tal situación, Jaume I decidió intercambiar, en el año 1258, sus dominios occitanos a cambio de los derechos que Luís IX poseía sobre condados catalanes. De este modo, si retiraba poderes de la zona ultrapirenaica, podría concentrarlos en la Península Ibérica y el Mediterráneo. Todo ello dejó vía libre a los Capetos, que no tardaron en asumir la administración directa del condado de Tolosa.

Ese, señores, fue el momento clave de incisión. De la vinculación histórica entre Occitania y Cataluña, solo quedaría el  Vall D’Aran.

Véase Antoni Riera Melis, “La desvinculación d’Occitània de la Corona Catalanoaragonesa (1208.1349)”, Col-loqui d’història medieval occitano-catalana, Eurocongrés 200.

¿Por qué cojea La Flamenca?

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La Flamenca es una novela anónima occitana, atribuida a menudo a Arnaud de Carcassés, escrita entre los años 1240 y 1270 en la antigua Rouergue.  La acción transcurre entre los años 1223 y 1227 con personajes reales. Flamenca, hija del conde Guiu de Nemours, se casa con Archambaut de Auvernia, señor de Bourbon-l’Archambault, pero su marido la encierra en una torre en Borbon por celos. El apuesto Guillem de Nevers planea liberarla y mantienen durante un tiempo un amor clandestino. Guillemo marcha a Flandes para adquirir estatus de caballero; vuelve a Borbon para el torneo de Pascua en 1227. Sigue leyendo